Voy a decir sin ningún tipo de temores que el estilo de Beck es tan único como atemporal; desde Mellow Gold allá por 1994 apareció un flaquito rubio con una gran habilidad para escribir letras en las que nos mostraba sin miedo alguno sus debilidades, lados oscuros y demás. Esto sumado a una gran destreza para componer. Si buscamos al Beck actual, encontraremos a un músico que sin dudas ha madurado. Supo adaptar sus letras y música a la situación en la que estaba inmerso. Tal como cuando le rompieron el corazón en el 2000 compuso Sea Change (uno de los mejores discos que escuché en mi vida), ahora (cómo el ha dicho) plasma la paranoía del siglo 21 en Modern Guilt. Si, sólo Beck puede hacer cosas tan difíciles de describir. También se ha vuelto a través del tiempo en un gurú de las fusiones musicales: todos sus discos llevan esa impronta de que nos permiten saborear diferentes estilos en una sóla canción.
Beck hizo una fantástica alianza en la producción del disco con el afamado Danger Mouse ("el del afro, que está siempre al lado de Gnars Barkley"). Esto derivó en el sonido tan particular del disco, de una marcada tendencia retro mezclada con máquinas que se encargan de aportar el groove a las canciones. ¡Los desafio a escuchar Gamma Ray sin sentirse tentados a hacer el pasito de baile sesentoso!
El disco cuenta también con colaboraciones de la genial Cat Power en "Orphans" y "Walls".
Antes de pasar a la información habitual del lanzamiento del disco, quiero cerrar incluyendo un fragmento del relato que Beck público en su sitio web acerca de su trabajo con Danger Mouse (cortesía de POTQ):
"…Así que luego de 120 noches sin dormir, viendo el amanecer tratando de no impresionarnos, se gestó allí una especie de resumen, que se veía un poco básico. "Sabes donde puedo poner ésto?" "Sólo déjalo donde estaba…". Saludé a Dangermouse y dije que lo volvería a ver, quizás en la granja o alguna escena en donde pudieramos respirar un poco."
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